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Un abrazo calido

  • by Ian Kiddo
  • 9 ene 2015
  • 5 Min. de lectura

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(Adelanto)

Es una noche obscura de verano, el cielo está completamente negro aunque lleno de estrellas, la luna es llena y de color rojizo, pero todo es diferente en el baño de un departamento de la colonia Roma. Keila se encuentra en su bañera, el agua ya está completamente fría y la poca luz emitida por una vela que casi se extingue, es el único destello de luz que ilumina el hermoso rosto, los pechos redondos y sus brazos blancos de Keila salen de la bañera.


Keila se sumerge en la bañera por última vez, mientras cierra sus ojos e inmediatamente vislumbra imágenes de lo que ella quisiera olvidar, se incorporó inmediatamente de la bañera, limpió sus lágrimas dejando una ligera marca roja en su mano. Caminó hacia la habitación su cuerpo blanco y desnudo iluminado por la luz de la luna le daba un toque algo espectral pero muy provocativo, se detuvo frente a su espejo se miró y vio el rostro de una mujer muy bella y con una mirada inocente, se secó con una toalla y comenzó a vestirse para salir nuevamente de su departamento pues ya casi tenía un mes de no salir por la noche.


Después de todos esos baños diarios en más de 3 ocasiones y el uso de cremas con las mejores esencias, aun podía percibir el olor a quemado que emanaba de su piel. Había intentado todo pero persistía, en un principio pensó que provenía de su pelo así que lo cortó pero como eso no disminuyó el aroma decidió tomar varios baños en su tina favorita mezclando en el agua diferentes esencias. Un día se sumergió en agua tibia con canela, otro en leche de coco, pero según ella nada le quitaba ese olor el día de hoy había en el agua una botella de su perfume favorito Heiress de Paris Hilton.


Sobre su cama estaba colocada la ropa que se pondría para salir de su departamento esa noche; un pantalón negro y una blusa roja de tirantes. Junto a la blusa había un cinturón blanco y unos calentadores negros que hacían conjunto con unos botines. Decidió asomarse por la ventana para ver cuánta gente estaba en la calle. Cuando asomó su cara al exterior del departamento, sintió un gran calor que le hizo hervir la sangre y aumentó exponencialmente su lujuria, los ojos se le tornaron color marrón y sus pezones se erectaron con el roce del aire en su pecho. Dio vuelta de nuevo y miró la ropa que estaba sobre su cama, inmediatamente corrió a su guardarropa y sacó un vestido corto y rojo, se vistió con él y se dirigió al espejo. De nuevo miro su rostro, pero esta vez el reflejo fue de una mujer provocativa y muy sensual, tomó un lápiz labial rojo y se pintó los labios, se maquilló los ojos, enchinó las pestañas y se alboroto un poco el cabello; antes de salir se miró por última vez en el espejo y mandó un beso a sí misma antes de cerrar la puerta del departamento.


Mientras caminaba en dirección a uno de los bares que estaba a unas cuadras del departamento se dio cuenta de que llamaba la atención no solo de los hombres, las mujeres también la observaban, ella incluso les sonreía a las chicas que la miraban y les mandaba besos.


Al llegar al bar todas las personas la miraban al pasar, en el momento en que se acercó a la barra, pidió al cantinero una cerveza, el cantinero inmediatamente le dio una botella de cerveza Indio y le sonrió maliciosamente, ella le guiño el ojo y se dio la vuelta para buscar a su víctima, pero al girar su cuerpo se encontró frente a una de sus hermanas: Anyanka. Sus labios eran rojos y hermosos, se dirigían hacia los de Keila ella simplemente humedeció su labios y se apartó un poco de ella.


- ¿Qué haces aquí Anyanka?-

- ¡Alouqua! ¡Qué pregunta tan tonta! ya sabes lo que hago; una mujer despechada me invocó para que hiciera pagar a un hombre que la engaño. Ya sabes como es este negocio -

- Anya ya sabes que no me gusta ese nombre, ahora me llamo Keila y sabes que “esto” no lo hago porque me guste, es algo que no puedo controlar, es parte de mi penitencia y lo sabes bien -

- Está bien Keila esta vez vengo a ayudar a mi hermana menor, observa al hombre que está sentado cerca de la mesa al fondo con cabello afro -

-Sí lo alcanzo a ver, es muy guapo -

- Si pero también es muy mujeriego, la chica que me invocó me pidió explícitamente que se quemara en el infierno, y a cambio me dará su alma y ¿sabes qué es lo mejor de pedir que tú hagas el trabajo sucio? es que no te tengo que pagar porque somos hermanas -

- Esta vez si te voy a cobrar algo por esto -

- Pero Keila tú tienes todo, qué querría un demonio que está a punto de terminar su penitencia-

- Exactamente eso: que tú pagues lo que resta de mi condena-

- no lo sé-

-Anyanka un año mortal para ti es como un pestañeo ¿no es así?-

-¡Agggg! está bien solo haz pagar a ese tipo por engañar a la pobre inocente y estúpida de Karla, incluso yo la engañaría, es tan simple y poco atrevida… completamente patética-

-Está bien Anya pero no te quiero detrás de mí, no soporto que me espíen ¿OK?-

-Está bien y ¿cómo sabré que hiciste el trabajo? -

- Creí que la confianza entre nosotras era suficiente para ti -

- Y lo es hermana pero ya sabes cómo se pone nuestra madre -

- Está bien Anya, ves la cruz que trae en el cuello, qué te parece si la encantas con el hechizo cuerpo-alma -

- ¡Aggg! Keila ¡vaya que es odioso y cursi hablar contigo! siempre hablando como un ángel caído -


En un segundo los ojos de Keila se volvieron rojos, su hermosa cara se desfiguró por el enorme enojo que le provoca, tomó por los hombros a su hermana, la estrelló en una pared y con una voz ronca y demoniaca le susurró en el oído:

-¡Anya, sabes que no me gusta que me recuerden que era un ángel y lo perdí todo!-

Anyanka observa los ojos de su hermana e inmediatamente baja la mirada

-Lo siento Keila no quería hacerte enojar, ¡suéltame! tus manos comienzan a quemar mi ropa-


Keila inmediatamente recobró la compostura y se disculpó con su hermana. Acomodó su cabello y le dijo:

-Entonces haz el hechizo y mañana en la noche ve a mi casa a recoger el collar, y por tu bien mantente alejada de mí-

- Claro hermanita si me haces ese favor tu penitencia quedará saldada-


Ambas mujeres caminan a lados opuestos del bar y Anyanka se desvanece entre la sombras de una esquina. Keila se dirige hacia donde está el hombre de peinado afro. Sentada en la mesa contigua a la de él, vuelve a revolver su cabello y cruza la pierna, mira al chico afro y se ríe con él, quien inmediatamente se acercó a ella para iniciar una conversación.


Continuara...


 
 
 

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